Es imprescindible que la sociedad colombiana preste la debida atención a los informes presentados por la CEV y el pueblo
Kankuamo. La violencia que han soportado estas comunidades no puede ser ignorada ni minimizada. Es una realidad que
nos interpela como sociedad y nos exige asumir nuestra responsabilidad en la búsqueda de justicia y reparación.

El pueblo Kankuamo, una de las comunidades indígenas más antiguas y resilientes de Colombia, ha sido testigo y víctima de una violencia desgarradora a lo largo de su historia, desde la mal llamada descubrimiento de América (invasión). Tanto el informe presentado por el propio pueblo Kankuamo a la Comisión de la Verdad (CEV) como el informe elaborado por esta última, revelan una realidad dolorosa y silenciada que merece nuestra atención y solidaridad. El informe presentado por el pueblo Kankuamo a la CEV es un testimonio contundente y valiente de las atrocidades que han tenido que soportar durante generaciones. A través de este informe, nos enfrentamos a la cruda verdad de cómo la violencia armada ha afectado la vida, la cultura y el territorio ancestral de esta comunidad indígena. Es una voz que clama justicia y que nos obliga a confrontar nuestra propia indiferencia frente a su sufrimiento.

Por su parte, el informe de la CEV pone en evidencia la dimensión colectiva del daño causado al pueblo Kankuamo y otros grupos étnicos en Colombia. Revela cómo la violencia ha sido una constante en sus vidas y cómo han sido víctimas de desplazamiento forzado, masacres, despojo de tierras y violencia sexual. El informe destaca la importancia de reconocer el impacto diferenciado del conflicto armado en las comunidades indígenas y resalta la necesidad de abordar sus demandas y necesidades específicas. Es imprescindible que la sociedad colombiana preste la debida atención a los informes presentados por la CEV y el pueblo Kankuamo. La violencia que han soportado estas comunidades no puede ser ignorada ni minimizada. Es una realidad que nos interpela como sociedad y nos exige asumir nuestra responsabilidad en la búsqueda de justicia y reparación.

Además, es crucial que se tomen medidas concretas para garantizar la no repetición de la violencia contra el pueblo Kankuamo y otros grupos étnicos en Colombia. Esto implica fortalecer la protección de sus territorios, asegurar el acceso a la justicia y brindar garantías para que puedan ejercer sus derechos culturales y políticos sin temor a represalias. El camino hacia la reconciliación y la paz en Colombia pasa por reconocer y reparar el daño causado a los pueblos indígenas y étnicos. No podemos permitir que su historia de sufrimiento y resiliencia se pierda en la indiferencia o el olvido. Debemos escuchar sus voces, aprender de su sabiduría ancestral y trabajar juntos para construir una sociedad más inclusiva y justa.

El pueblo Kankuamo ha sido víctima de una violencia silenciada durante toda su historia. Los informes presentados tanto por el propio pueblo Kankuamo como por la CEV son un recordatorio doloroso pero necesario de que debemos enfrentar la verdad y asumir nuestra responsabilidad como sociedad. La construcción de una paz verdadera y duradera en Colombia perjudica el reconocimiento y la reparación de las injusticias históricas sufridas por las comunidades indígenas y étnicas, y debemos estar dispuestos a caminar juntos en ese camino hacia la reconciliación y a una paz estable y permanente.

Por:

Hebert Gómez

Directivo CTU – USCTRAB

@hebertgomezrua