“La más reciente canción de Shakira, reivindica a los migrantes y su fuerza laboral en la construcción de la riqueza, cuestiona profundamente asuntos relacionados con el cuidado y sus trabajadores, pero también desbarata en una frase el nuevo sueño americano, cuando se pensaba que estudiar aseguraría una mejor condición de vida, pero estudié y nada pasó, dice la canción”.

La bestia, el famoso tren de carga que cruza la frontera entre México – Estados Unidos, o también conocido como el tren de la muerte, es de las primeras imágenes del nuevo video de la cantante colombiana Shakira. Este tren, que realmente es toda una red de trenes de carga que transportan combustibles, materiales y otros insumos por las vías férreas de México, también es usado como medio de transporte por migrantes, (Sorrentino J., 2012) que buscan llegar desde Centroamérica a Estados Unidos, el mismo, en el que entre 400.000 y 500.000 migrantes indocumentados viajan cada año, y en el que tantos dejan la vida intentando pasar en busca del nuevo sueño americano. El tren, actualmente suspendido por órdenes del gobierno de Biden, no cuenta aún con fecha de reinicio de actividades, la decisión expresada por Ferromex en su cuenta oficial en X, apela a la “protección de la integridad de las personas migrantes” quienes durante años han usado este método para cruzar el país rumbo a la frontera norte. La más reciente canción destinada a convertirse en éxito, El Jefe, junto a la banda Fuerza Regida – un grupo estadounidense de música regional mexicana-, reivindica a los migrantes y su fuerza laboral en la construcción de la riqueza, cuestiona profundamente asuntos relacionados con el cuidado y sus trabajadores, pero también desbarata en una frase el nuevo sueño americano, cuando se pensaba que estudiar aseguraría una mejor condición de vida, pero estudié y nada pasó, dice la canción.

Muchos son los videos en redes sociales hablando de la dedicatoria de la canción a Lili Melgar a quien “no le pagaron la indemnización”. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo – OIT- las cifras relacionadas con el cuidado remunerado establecen que “La fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados está integrada por 249 millones de mujeres y 132 millones de hombres” y también “Son mujeres aproximadamente dos tercios de la fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados, y esta proporción supera las tres cuartas partes en las Américas y en Europa y Asia Central” (El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente).

Estas cifras demuestran que inexorablemente el cuidado sigue bajo la responsabilidad de las mujeres. Las organizaciones sindicales de trabajadoras del cuidado han cobrado especial relevancia en la última década puesto que han debido generarse leyes particulares para proteger sus derechos, ya que no eran reconocidos formalmente como trabajadores. Se pensaba que era una actividad que se ejercía sin ninguna regulación laboral, es por ello que la OIT ha debido insistir en que los trabajadores y trabajadoras del cuidado (mayoritariamente a domicilio) se enfrentan a unos bajos salarios y a unas condiciones de trabajo precarias, y suelen estar expuestos a prácticas discriminatorias.

El caso de Lili Melgar la cuidadora de los hijos de Shakira y Piqué, no es un caso aislado, refleja la realidad de miles de trabajadoras migrantes que se enfrentan a despidos sin justa causa y sin el reconocimiento debido de su salario y de sus prestaciones sociales (ni revisemos estas cifras en Colombia). En general, los trabajadores domésticos ganan un sueldo inferior al salario promedio y, algunas veces, no es más del 20 por ciento. Sus jornadas laborales son largas e imprevisibles, y el 90 por ciento no tienen acceso a los beneficios de la seguridad social o pensiones.

Seguimos esperando los compromisos en esta materia del gobierno nacional, mas allá de reconocer a cuidadores o cuidadoras, puesto que nombrarlas no es suficiente, si bien se ratificó el convenio 189 sobre trabajadores domésticos en el 2014, aún faltan mayores reconocimientos y regulaciones laborales, (vale la pena señalar que es el último convenio OIT ratificado por Colombia). La OIT estima que el 80 por ciento de todos los trabajadores domésticos son mujeres, pero en nuestro país la Gran Encuesta Integrada de Hogares del Dane, del 2021, asegura que para ese año había 680.566 personas dedicadas a estas tareas, el 98 % de ellas mujeres, lo cual significa que las mujeres están afectadas de manera desproporcionada por la carencia de trabajo decente, pues los empleadores preocupados por los costos y la complejidad de formalizar su trabajo, muchos evitan este trámite, lo cual se traduce en altos niveles de empleo informal y trabajo no declarado.

Más acciones y políticas de protección e incentivos, así como el compromiso del Estado, es el reto para superar las brechas señalas en el cuidado remunerado, una actividad laboral que segrega y somete económicamente a las mujeres, quienes una vez se dedican a esta actividad la falta de oportunidades y acceso a otros empleos las mantiene en esta misma labor en condiciones de precariedad y de limitaciones sobre sus derechos. Muchas expectativas están puestas en la materialización del decreto 2281 de 2023, que crea el ministerio de igualdad y equidad, pero que también estableció en su artículo 6º el sistema nacional del cuidado “con el objeto de dar respuesta a las demandas de cuidado de los hogares de· manera corresponsable entre la nación, el sector privado, la sociedad civil, las comunidades y entre mujeres y hombres en sus diferencias y diversidad para promover una nueva organización social de los cuidados del país y garantizar los derechos humanos de las personas cuidadoras”.[1] Esperamos y hacemos votos para que el gobierno nacional construya este sistema de manera tripartita con la anuencia de las organizaciones sindicales como corresponde a un Estado democrático.

Por:

Yamile Garzón

Presidente de Fedeusctrab DDHH, Paz y Territorio

@YamiGarzonRi